La licencia para máquina tragaperras no es una opción, es algo obligatorio para cualquiera que quiera poner uno de estos aparatos en su local y carecer de licencia conlleva, en el mejor de los casos, una multa baja, pero que podría llegar a los 600.000 euros en casos de reincidencia.
No estamos hablando de ninguna broma y, por tanto, no hay que jugársela con estos temas porque no sale a cuenta tener una máquina que no está en regla. La exhibición de los papeles de la máquina es obligatoria por lo que cualquiera podría hacer una denuncia si ve que no están visibles.
¿Cómo se gestiona la licencia?
La gestión de la licencia de la máquina tragaperras depende de cada Comunidad Autónoma, que tiene la potestad de regular este trámite. Por tanto, para saber qué pasos tienes que dar en el lugar en el que vives debes de dirigirte a la oficina de Hacienda y solicitar la información. Allí te contarán todos los trámites que tienes que llevar a cabo.
No debes de comprar una máquina sin informarte antes de las licencias, no sea que finalmente no se pueda legalizar y te acabes quedando con algo que no vas a poder poner en tu local de hostelería. Esto es especialmente importante si compras aparatos de segunda mano de los que desconoces la procedencia.
¿Hay alternativas más cómodas?
Tienes que tener en cuenta que no se trata solo de gestionar una licencia. A fin de cuentas para esto se puede recurrir a una gestoría para que se ocupe del papeleo, sino que también hay que pagar impuestos por los beneficios que se consigan con las tragaperras.
Al final, hay que gastar en la máquina, gastar en papeles y pagar impuestos, por no hablar de todo lo que supone en tiempo. Pero, ¿podría ser más fácil? Realmente sí, solo hay que hablar con las empresas especializadas en alquiler de máquinas tragaperras.
Estas empresas se ocupan de todo, te traen la máquina al local, mantienen al día las licencias y se encargan del pago de los impuestos. A cambio, se quedan un porcentaje de las ganancias, generalmente un 50%. El otro 50% de las ganancias va directamente al bolsillo del propietario del bar sin tener que mover ni un dedo para conseguirlo y con el único gasto de la electricidad que consuma la máquina.